Cuando se trata de zapatos, toda mujer es una adicta en potencia. Después de todo- ¿quién no se probó los tacones de mamá cuando era pequeña? Señoras, en esta materia, todas somos culpables y en primer grado. Aceptémoslo de una vez.
Yo confieso que, a esta servidora los zapatos le hacen cosquillas, le lanzan miradas atrevidas y coquetas...Me provocan- no me puedo resistir. Prefiero tener zapatos maravillosos antes que un auto, y hablo con total seriedad.
Mis zapatos han sido-sin exagerar- causa de rompimientos amorosos, factor clave en las facturas de mis tarjetas de crédito, claros objetos de envidia, alimento para mi alma y obvio, también han sido fabulosos regalos que marcaron momentos importantes en la vida.
Mis primeras sandalias PRADA me acompañan todavía, llevan 7 años de aventuras y espero tenerlas muchos más. Si eso no es una inversión, no conozco el significado de la palabra. Los tacones YSL son mi perdición y con ellos salí a cenar por primera vez con mis suegros. Ni hablar de la búsqueda de las Kasia de Alexander Wang en Nude...Jamás me había obsesionado con algo de esa manera, ni siquiera con mis exámenes finales de maestría en NYU...
Mi madre solía decirme que puedes disfrazar un vestidito de cualquier lugar con accesorios, pero los zapatos, esos no disimulan, ellos gritan aquí estoy, así que antes de salir ármate de un buen par --porque la calle está dura.
Esta selección fue la que se ganó venir conmigo a Paris para la semana de la moda, pero en mi corazón siempre, SIEMPRE- hay espacio para un nuevo par.
XOXO La Gerente.
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