Tuesday, July 5, 2011

La noche que conocí a Miss Fierce. Oda a las puertorriqueñas

Toda historia tiene un principio y la mía no es una excepción.


Cuando me fui de Puerto Rico, no monté una jaquita baya, ni atravesé ningún sendero entre mallas arropás de cundeamores. Más bien, llegué a Nueva York una fría tarde de enero en un vuelo de American Airlines, en medio de una nevada implacable y un cielo imposiblemente azul. Quise regresar corriendo a mi caribe- pero ya estaba allí. Mis rizos enfadados se encogieron. Mis zapatos puntiagudos negros BCBG no dieron la batalla, mis manos se helaban por minuto y el sobretodo de Banana Republic se esmeraba  recogiendo el polvo a mi alrededor.

En esta ciudad, puedes olvidar muchas cosas, pero nunca olvidas tu entrada triunfal ni tu primer par de zapatos Prada. Dando un paso detrás de otro sobreviví el primer día.

Mi equipaje se resumía a una maleta ochentosa azul con parchos de cinta adhesiva que había tomado prestada de mi amiga Flavia Allamprese.

En ella tenía mis 21 años, un par de jeans Ona Sáez, un tote rojo Coach que caminaba sólo, un par de camisetas blancas y una tarjeta de crédito-que todavía estoy pagando. No sabía nada de la vida, mucho menos de moda o de belleza pero al fin estaba en Nueva York.

Esta, mi Nueva York era la casa de Sex and The City, Patria, Man Ray, Asia de Cuba, APT Bar, Florent, y otras leyendas. No teníamos IPhones, ni Facebook, todos estábamos obsesionados con Rob Thomas, los boletos a Roma costaban $200 y nadie sabía quién era Kim K.- todavía.

El simple hecho de que ocupara un tiempo y un espacio donde se cocinaban las ideas que cambiaban al mundo, era razón suficiente para creer que yo también tenía una voz, que tenía algo que aportar. La ignorancia es atrevida...Por fortuna nadie es forever 21.

Un par de años después de aquel aterrizaje forzoso, la vida- que sabiamente lo acomoda todo en su lugar, me puso frente a  la Señorita Fierce. Yo trabajaba como asistente de un departamento creativo en una agencia de publicidad. Mi sueldo era una broma pero podía comprar la revista Vogue todos los meses. Mi antiguo jefe (a quien idolatraba) me había obsequiado una invitación para otro de esos eventos de la industria al cual él no podría asistir. Esta vez se trataba de una fiesta del Día de los Muertos en un cementerio de Queens. En aquel tiempo, circa 2005, Carrie Bradshaw era más conocida que el mismo presidente, todas las mujeres andaban en búsqueda de su Mr. Big y sus Manolo's. Yo no tenía ninguna de las dos cosas, pero tenía a Dr.Love.

Y, aunque su estancia fue brevísima, me dio material suficiente para una telenovela. Fue Dr. Love el responsable de mi encuentro con Miss Fierce, entre otras cosas...

La sospechosa de moda agravada en primer grado, se ganaba la vida haciendo que los seres humanos lucieran tan bien como ella. Qué bien, pensé. Desconocía que había un título para semejante oficio. Yo tenía que enviar faxes y sacar copias. Ahora, gracias a  Rachel Zoe, todos saben lo que es una fashion stylist, pero hace 11 años, yo no tenía idea.
No es difícil describir a la Joha. Si tuviera que elegir una palabra, sin duda, sería fierce. Sus 200 libras transpiraban estilo. Estaba cundía de gangarrias perfectamente orquestradas con una confianza admirable.

Tenía un rostro hermoso, se pintaba los labios de anaranjado, era absurdamente fotogénica, comiquísima y podía deletrear stilettos al revés luego de 5 copas de champán. Fue amor a primera vista.

Más que una amiga, Johanna se convirtió en mi hada madrina.

Estrenó mis pupilas, editó mi armario, me llevó a mi primer desfile de moda en NYFW, me surtió de revistas de vanguardia y me llevó de la mano a las fiestas más exclusivas. Yo era una estrellita en el firmamento con rizos alborotados y zapatillas Marc Jacobs. Aprendí rápido. Fui una alumna ejemplar. El resto es historia.
Por más simpático que pueda parecer, las destrezas que aprendí con Johanna, me llevaron a escribir las secciones de moda y belleza de People en Español y fue ahí que mi carrera dio un giro inesperado. Sin ella, talvez, ustedes no estarían leyendo estas palabras y Nueva York no sería un estuche de monerías...

No podría comenzar un blog sin agradecerle lo mucho que me divertí, cuando no tenía un centavo en la cuenta de ahorro. Esperen-¿qué cuenta de ahorro?





2 comments:

  1. Besos a Joha! Yo quiero Nacoteca!

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  2. que tremenda eres. me encanta tu estilo. Eso si, no veo mencion de mi en ninguna parte.

    Especialmente ese concierto de Mana donde tu y yo nos conciamos toda la letra de las conciones.

    te extraño mi Carrie!

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